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Ángel Contreras y su vocación por la docencia rural en la Patagonia

Instalado hace una década en Villa Cerro Castillo, en plena Patagonia, Ángel Contreras Alumni de Educación Diferencial, se desempeña como docente en el Liceo Bicentenario Rural Cerro Castillo, un establecimiento que atiende a 130 estudiantes desde pre-kínder hasta cuarto medio. Su labor, en un entorno natural privilegiado pero desafiante, ha estado marcada por la dedicación, la adaptación curricular y el compromiso con una educación que dialogue con el territorio.

“Las aulas se extienden más allá de las paredes del edificio, convirtiéndose el paisaje en un laboratorio vivo donde la geografía, la biología y la cultura local se entrelazan en experiencias educativas significativas y memorables”, afirma Ángel, quien llegó al sur en 2015 tras recibir una oferta laboral que cambiaría su vida.

La decisión de dejar Viña del Mar y trasladarse a una zona extrema no fue tomada a la ligera. Contreras ya trabajaba en la Escuela San Juan de Dios, donde adquirió herramientas fundamentales para su desarrollo profesional. “Trabajar con niños que tanto nos necesitan y la inmensa satisfacción de mejorar su calidad de vida no tiene precio”, recuerda.

Pese a las condiciones climáticas adversas —que han llegado a marcar hasta -20 grados— y las interrupciones por cortes de luz que afectan la calefacción del liceo, Ángel valora profundamente su día a día en el sur. “Existe una profunda conexión personal con la naturaleza y la paz que irradia este entorno”, asegura.

En el plano pedagógico, destaca la necesidad de personalizar el trabajo en un establecimiento con cursos reducidos, donde las particularidades de cada estudiante se hacen más evidentes. Además, han incorporado asignaturas vinculadas al turismo y al patrimonio local, en sintonía con la especialidad técnica del liceo.

Su llegada a Cerro Castillo se dio tras postular a fines de 2014 a una oferta laboral en la región de Aysén. “Sin dudarlo y sin conocer nada de Cerro Castillo, elegí ese lugar, y diez años después sé que no me equivoqué”, asegura. En la universidad, ya soñaba con establecerse en el sur, tener su casa y formar una familia, metas que hoy siente que ha cumplido.

Contreras se tituló en 2012 como profesor de Educación Especial en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, institución que recuerda con cariño. “Al principio no conocía mucho de la educación especial, pero poco a poco me fui encantando con cada asignatura que iba cursando”, comenta. A ello suma los vínculos que formó durante su etapa universitaria. “Las relaciones interpersonales y los lazos generados en la PUCV son el mayor tesoro para la vida”, concluye.

Red Alumni PUCV